Por: Lina Fernanda Zambrano Vidal
Estudiante de Comunicación Social de la UNIAJC
La universidad es el espacio en el que los estudiantes pasan la mayor parte de su tiempo, por lo que para el estudiante persiste la necesidad de libertad de pensamiento y la libertad del ser que en su afán de triunfar decide estudiar.
Julián de Zubiría dice que “hemos dado mucho peso a lo cognitivo y muy poquito al afecto, a la convivencia, a la emoción y a la psicología. La educación tiene que ser muchísimo más integral y para eso se requieren cambios en la formación y las competencias”.
Las competencias ciudadanas son primordiales en el proceso de formación, ya que así se lograrán personas sensibles que participan activamente en su entorno, personas capaces de apreciar y valorar las diversas formas de expresión humana.
Para Cristina Fuentes Mejía, estudiante de Maestría en Educación, “es necesario a partir de la pedagogía reflexionar y pensar la enseñanza de las Humanidades, el papel del docente y de los estudiantes”. Además de construir procesos de evaluación de dichos saberes que integren el carácter meta-cognitivo.
El docente en la enseñanza de humanidades tiene objetivos que lo llevan a conocer sus prácticas y contextos de una manera diferente. Además de los aprendizajes básicos, le importan los aprendizajes sociales que hacen a los estudiantes más humanos.
En este sentido, Edith Chehaybar, investigadora mexicana, señala que: “los profesores son también actores sociales. El docente requiere un lugar más protagónico en el discurso de la calidad educativa, dado que es él quien tiene un contacto directo con los estudiantes”.
El rol del docente en el campo de humanidades es la capacidad de inspirar para así generar una transformación social, en este caso, no se trata solo del hecho de que los estudiantes sean buenos profesionales, sino que entiendan su valor e importancia en la sociedad.
Por lo anterior, los estudiantes se ven inmersos en sus diversas realidades donde se aprecia de una manera más personal el humanismo y participan activamente en su entorno.
Si realmente se busca la transformación de una sociedad es primordial el cambio, en este caso, de universitarios como seres de conocimientos y constructores de las prácticas sociales.
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