Por: María Fernanda Palacios
Historia de cómo un programa social y un vuelo les cambia el destino a los jóvenes tumaqueños, que parecían predestinados a sacrificar sus sueños de ser profesionales para estudiar lo que había en ese municipio.
El avión Hércules de las Fuerzas Armadas, que desde su creación ha servido para la guerra, para rescatar y transportar militares, vehículos de combate, armamentos, implementos de primeros auxilios para los uniformados o lanzamientos de paracaidismo militar, tuvo esta vez una misión distinta y más constructiva: llevar a jóvenes de Tumaco en busca de un mejor futuro en las aulas de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba en Quibdó.
El 8 de febrero del 2020 esta aeronave emprendió un vuelo con 80 bachilleres de Tumaco, Nariño, hacia la capital chocoana, en busca de nuevas oportunidades de educación y formación universitaria para ellos.
Ese día amaneció muy nublado y lluvioso. Todos debían llegar a la I.E Liceo Nacional Max Seidel, el punto de encuentro. Fue un escenario donde las lágrimas eran de felicidad, las bendiciones abundaban y repartían abrazos por doquier, cada uno despidiéndose de sus familiares, amigos y conocidos. El vuelo estaba dispuesto para las 8: 00.a.m, pero por el clima se retrasó y salió a las 11:00 a.m., cuando ya el cielo empezó a despejarse. Se dirigieron al batallón para ponerse en marcha.
Cuando el avión inició el despegue, los chicos se sentían emocionados por esa nueva travesía que experimentarían, motivados por esa experiencia que para ellos fue maravillosa, única e inolvidable. En ese vuelo iban 80 soñadores de diferentes rincones de Tumaco a iniciar una nueva vida, su vida de formación profesional, en compañía del capitán de la Policía Nacional, Parménides Palacios, quien los iba a dejar instalados.
Al llegar al aeropuerto de Quibdó, los estaban esperando el rector y la vicerrectora de la Universidad Diego Luis Córdoba, una rueda de prensa y un grupo musical entonando una canción de bienvenida a aquellos que empezaban a aterrizar para alcanzar una meta que antes les parecía tan inalcanzable, como las nubes que acababan de surcar.
Teniendo en cuenta que los padres no contaban con los recursos suficientes, porque se está hablando de familias de estratos 1 y 2, el oficial de la Policía, líder de esta iniciativa, llegó a un acuerdo con los directivos de la Universidad UTCH, para que cuando los muchachos llegaran a Quibdó, tuviesen hospedaje por un determinado tiempo mientras se lograban organizar, y así fue.
Llegaron a un edificio de cinco pisos que las directivas de la Universidad habían separado, pero solo se podían quedar un mes. A medida que fue pasando el tiempo se iban independizando en casas, hoteles o apartamentos que pagaban entre tres, cuatro, cinco o seis personas, buscando economía entre ellos mismos ya que la estancia en el edificio era temporal.
Así como estos 80 jóvenes fueron afortunados y beneficiados con las becas (Generación E), muchos se fueron sumando a esta travesía, pero por la pandemia del Covid19 no lograron realizar su vuelo al territorio chocoano. Sin embargo, hoy en día más de 150 jóvenes tumaqueños se encuentran gozando de su formación profesional gratuita en la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba.
Lo normal para un joven de este territorio es terminar su bachillerato y quedar estancado u obligado a estudiar las mismas opciones con restricción y cupos limitados. Todo es color de rosa mientras se está en el colegio, pero al graduarse la sed de educación para ser un profesional es inmensa. Fabiana Andrea Asprilla Coral, Wilmer Stiven De La Cruz Romero y Yulizza Riascos Tenorio, son tres de esos 150 jóvenes que cambiaron sus vidas que parecían predestinadas y rompieron las barreras de educarse con las típicas carreras universitarias que hay en el municipio.
En noviembre de 2019 el capitán de Sanidad de la Policía Nacional de Tumaco, Parménides Palacios Rentería, teniente por ese entonces, recorría de una institución a otra divulgando la información de las Becas de Generación E, componente equidad. “Hay que transformar las realidades de los territorios del Pacífico, no queremos más jóvenes siendo víctimas o victimarios de la violencia, queremos profesionales que aporten al bienestar común”, eran las palabras del discurso del uniformado. Así fue incentivando a muchísimos jóvenes a hacer parte de lo que hoy es Laboratorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana.
Como el proyecto apenas se estaba gestionando y solo de palabra, este sería el experimento para ver si este sueño era posible. Muchos al escuchar al capitán aún no tenían confianza en que se pudiese dar esa gran oportunidad, pero en enero de 2020, cuando comenzaron las inscripciones en la mencionada institución de educación superior, los recién graduados iniciaban un año nuevo con muchas bendiciones y oportunidades de preparación universitaria porque todos fueron admitidos.
Tres historias de cómo se hizo realidad este sueño imposible…
Uno de ellos es Wilmer Stiven de la Cruz, que desde los 10 años le ha interesado todo lo relacionado con informática. Durante su bachillerato realizó cursos en el Sena y obtuvo un tecnólogo en sistemas y un técnico en programación de software. Cursaba sus últimos meses de grado once en la Institución Educativa Ciudadela Mixta Colombia de Tumaco, cuando la tarde que le iban a entregar los resultados de las pruebas de la Universidad Nacional de Colombia, no esperaba que el capitán Parménides estuviera ahí, en medio del patio del colegio hablando y dictando su discurso sobre las oportunidades de ingresar a una universidad.
Un hombre con uniforme de la Policía Nacional, alto y moreno, hablaba y hablaba con ese acento muy chocoano expresando su interés por apoyar a los jóvenes a acceder a la educación superior gratuita.
Wilmer recuerda tanto que le faltaron dos puntos para quedar dentro de los preseleccionados en la Nacional, y en ese instante no sabía qué hacer, sentía que le habían cortado las alas para volar y dar ese paso, porque su sueño era ingresar de una vez a la universidad. Por suerte el capitán se quedó a escuchar los resultados y cuando terminaron de decir los de cada estudiante, intervino. “Estas cosas no deben pasar con la juventud tumaqueña muchachos. Ustedes mismos deben buscar las oportunidades y no solo para ustedes sino para los demás jóvenes, por eso los invito a que hagan parte de este proyecto Camino a la universidad”, expresó Parménides. Y desde ese momento Wilmer se acercó al uniformado para estar más enterado y ser parte de esta nueva iniciativa.
Sus padres al enterarse de la noticia sobre la beca, se llenaron de felicidad al saber que apenas su hijo se graduara, continuaría sus estudios ya que eso era lo que él más anhelaba. La parte complicada fue al darse cuenta que a la universidad que iría sería la Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba; les preocupaba pensar en la seguridad, la alimentación, la estadía, el viaje y sostenerse cinco años que es la duración de la carrera Ingeniería de Telecomunicaciones e Informática, lo que está estudiando Wilmer.
Fue una situación compleja y empezaron a llenarse de dudas y miedo porque tocaba desplazarse a otro municipio y no era a la vuelta, sino a 1,078.3 kms de distancia a casi dos días de viaje por carretera. Sin embargo, esa oportunidad no se podía desaprovechar porque literalmente era un ‘ganganzo’.
En diciembre del 2019, el uniformado seguía conquistando jóvenes de Tumaco para inscribirlos a la universidad y llevarlos en un viaje al conocimiento. Poco antes de graduarse de la Institución Educativa Misional Santa Teresita, Fabiana Andrea Asprilla conoció al capitán Palacios. Él se acercó con su caminado lento y un poco encorvado que lo distingue, y con toda confianza empezó hablar y hablar, dándole a conocer sobre la beca de Generación E, componente Equidad. Y así le fue comentando sobre la posibilidad de acceder al proyecto Laboratorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana, en ese entonces ‘Camino a la Universidad’.
Cuando ella les compartió a sus padres la información, se sorprendieron al escuchar esa lotería, pero tampoco estaban convencidos porque implicaba desplazarse hasta otro municipio muy lejano, incluso a otro departamento, Chocó. Pero la situación estaba clara, no se podía desaprovechar. Contribuir con el futuro de su hija era esencial y debían atreverse. Tomar a esa decisión trajo muchísimos beneficios en la vida de Fabiana. Ahora ella se encuentra estudiando Derecho y es la líder representante del proyecto para aportar a que muchos otros jóvenes conozcan y se vinculen a este plan de reconstrucción de la juventud.
Yulizza Riascos se considera una joven afortunada porque no soñó que apenas recibiera su diploma de bachiller, tuviese la posibilidad de ingresar a la universidad y mucho menos a estudiar Licenciatura en Lenguas Modernas con énfasis en inglés. Es un logro muy grande para ella y su familia, ya que es la primera de su generación en acceder a la educación superior. “Un día de repente llegó el capitán al colegio Liceo San Andrés de Tumaco, y dio a conocer sobre el programa y las becas… desde entonces inicié esta aventura. Me di cuenta que las oportunidades estaban, pero no lo sabíamos porque no teníamos conocimiento de ello, así que él nos sirvió de guía y nos abrió las puertas a este nuevo camino”, indicó la joven.
Al principio sus padres no estaban muy contentos porque Yulizza era menor de edad y se iba a vivir no solo fuera de su hogar, sino también de su territorio. Sin embargo, ella no dejó de apostarle a sus sueños y se inscribió, se mantuvo perseverante y con fe hasta el último instante. Cuando se enteró de la gran noticia de ser admitida, se sentó a hablar con su mamá y su papá sobre sus metas que había plasmado en su diario; sus progenitores, al ver y notar las ganas de su hija de salir adelante y emprender este vuelo al saber, decidieron apoyarla y confiar en ella.
Así como Fabiana, Wilmer y Yulizza,147 jóvenes más se subieron al avión Hércules en persecución, ya no de misiones para la guerra sino de un sueño fantástico que jamás esperaron culminar, y despegaron en un viaje hacia el conocimiento. Los tres siguen aportando y apostando a su territorio para que, así como ellos, muchos más jóvenes se embarquen en un vuelo constructivo de paz para cumplir su sueño de ser profesionales y volar muy alto con sus proyectos de vida.
REPORTAJE
A través de este artículo, la periodista logra visibilizar una oportunidad de crecimiento para los jóvenes de los territorios olvidados del país, como Tumaco. Combina varias fuentes, domina muy bien el lenguaje periodístico y lo soporta con buena reportería y datos precisos.
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